martes, 28 de septiembre de 2010

Sanación


Cuando uno se enferma físicamente es una señal de que nuestro cuerpo ya no puede contener otra enfermedad sutil, instalada muchas veces en nuestras emociones, sentimientos o pensamientos.


Uno sin querer, sin darse cuenta, va albergando una especie de "dagas" o dardos, con lo que escucha, con creencias negativas, con lo que se dice a uno mismo cuando tiene baja autoestima, con lo que cree a otros en comentarios no muy constructivos. Incluso cuando uno come cerca de la TV y escucha las "malas" noticias. Uno no lo siente, pero el cuerpo sutil, va permeando el cuerpo físico.


A veces, conscientemente ocultamos una información importante, pensamos que así beneficiamos a los demás, sin percatarnos que nosotros mismos nos dañamos. A veces, no expresamos lo que debemos, y nuestro cuerpo comienza a darnos señales: fatigas, olvidos, cansancio, distracciones que nos hacen perder el equilibrio, nos hacen propensos a accidentes, o somatizamos condiciones nerviosas, ya sea en derrames oculares, verrugas, o hasta tumores.


Sea cual sea la enfermedad, ésta es una señal que viene de Dios, en todo caso viene acompañada siempre de una pregunta: ¿Quieres estar enfermo? ¿Por qué has escogido esta enfermedad? ¿Es tu decisión permanecer enfermo o sano? Si uno decide que quiere sanar, ocurre que de un día para otro, uno se levanta como si nada. Algo hicimos que organizamos/sincronizamos pensamiento-sentimiento-acción y nos curamos.


A lo que voy es que muchas enfermedades están en la mente. Y desde la fe incluso, puede bastar una simple decisión: Quiero sanar y una muestra de Fe: Sé que TÚ me vas a ayudar a sanar (y a arreglar esta situación).


Dios es el doctor, el brazo poderoso que va a operar, a recetar y a medicar al enfermo. Pero tiene ayudantes. Uno de ellos: ARCÁNGEL SAN RAFAEL, su nombre significa: DIOS CURA o DIOS HA SANADO. Es la Medicina de Dios mismo. Al invocarlo, más de uno ve en su interior destellos de una luz verde-jade o verde-esmeralda, así de inmediato es su trabajo. Y si además, rezamos un rosario a la Virgen María: SALUD DE LOS ENFERMOS y lo dedicamos a quien más lo necesita, estaremos, de verdad, ayudando tanto como si fuéramos enfermeros, paramédicos o doctores asistentes.


La fe mueve montañas. Dios, La Virgen María y sus ángeles mueven enfermedades y traen la curación. Lo que pocos nos detenemos a ver es: si nosotros permitimos que hagan su trabajo, ¿realmente queremos sanar? Todos podemos curar, curarnos siempre y cuando, así tomemos la decisión, con fe y en manos de Dios.